• Movimientos feministas brasileños:  de la acción internacional a la Asamblea Constituyente brasileña de 1986-1987

  • Voltar
7 de fevereiro de 2025 por 

Vanessa Oliveira Batista Berner

Catedrática de Derecho Constitucional

Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ)

vanessaberner@direito.ufrj.br

Ana Laura Becker Aguiar

Doctora en Derecho

 Investigadora en el Laboratório de Direitos Humanos (UFRJ) analaura.becker@gmail.com

Resumen

Este artículo examina cómo el feminismo transnacional y las Conferencias Mundiales sobre las Mujeres de las Naciones Unidas (iniciadas en 1975) fortalecieron el movimiento feminista en Brasil, llevando a la inclusión del 85% de las demandas de las mujeres en la Constitución de 1988. Detalla cómo el feminismo ganó impulso durante el final de la dictadura cívico-militar (1964-1985) y el proceso de redemocratización, destacando el papel de las tres Conferencias Mundiales sobre las Mujeres en la institucionalización del feminismo dentro del Estado brasileño. Esto condujo a la creación del Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer (CNDM) en 1985, que fue crucial para mejorar las capacidades de las mujeres brasileñas en el proceso constituyente. El artículo explora cómo la militancia a través del “Lobby do Batom” y el CNDM incluyeron exitosamente importantes disposiciones de igualdad de género en la Constitución. Subraya el impacto del feminismo transnacional y la institucionalización en el avance de la equidad de género y los derechos de las mujeres en Brasil.

Abstract

This article examines how transnational feminism and the United Nations World Conferences on Women (initiated in 1975) strengthened the feminist movement in Brazil, leading to the inclusion of 85% of women’s demands in the 1988 Constitution. It details how feminism gained momentum during the end of the civic-military dictatorship (1964-1985) and the re-democratization process, highlighting the role of the three World Conferences on Women in institutionalizing feminism within the Brazilian state. This led to the creation of the National Council for Women’s Rights (CNDM) in 1985, which was crucial in enhancing Brazilian women’s capacities in the constituent process. The article explores how militant activism through the “Lobby do Batom” and the CNDM successfully included significant gender equality provisions in the Constitution. It underscores the impact of transnational feminism and institutionalization in advancing gender equity and women’s rights in Brazil.

Palabras clave: feminismo; derechos de la mujer; redemocratización; igualdad de genero; conferencias mundiales sobre las mujeres

Keywords: feminism; women’s rights; redemocratization; gender iguality; World Conferences on Women

Sumario: Introducción; 1. El movimiento feminista brasileño: las Conferencias Mundiales sobre las Mujeres y la (re)organización Feminista al fin de la dictadura cívico-militar; 2. El Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer (CNDM) y la Asamblea Constituyente: puentes entre el Movimiento Feminista y el Estado; Conclusiones.

Introdución

El feminismo transnacional y las Conferencias Mundiales sobre las Mujeres de la ONU, iniciadas en 1975, han desempeñado un papel fundamental en el fortalecimiento del movimiento feminista en Brasil, particularmente durante el fin de la dictadura cívico-militar (1964-1985) y el proceso de redemocratización. Este artículo examina cómo estos eventos globales e iniciativas internacionales han influido en el empoderamiento del feminismo brasileño, permitiendo la inclusión de un 85% de las demandas de las mujeres en la Constitución aprobada en 1988.

En la primera parte, se analiza el fortalecimiento del feminismo en Brasil durante la dictadura y la redemocratización, destacando el papel de las tres primeras Conferencias Mundiales sobre las Mujeres en la institucionalización del feminismo dentro del Estado brasileño. Este proceso culminó con la creación del Consejo Nacional de Derechos de la Mujer (CNDM) en 1985, una entidad clave para la movilización y articulación de las demandas feministas en el ámbito político y legal.

La segunda parte del artículo aborda la influencia del “Lobby do Batom” y el CNDM en la Asamblea Constituyente de 1987-1988, detallando cómo la actuación militante y la coordinación estratégica lograron la inclusión de derechos específicos para las mujeres en la nueva Constitución. Se destaca la importancia de la articulación entre el movimiento feminista y las estructuras estatales, así como la interacción con el feminismo transnacional, en la promoción de una agenda de derechos que transformó el panorama legal y social en Brasil.

  1. El movimiento feminista brasileño: las Conferencias Mundiales sobre las Mujeres y la (re)organización Feminista al fin de la dictadura cívico-militar

    Durante el período de la dictadura cívico-militar en Brasil (1964 a 1985), todos los movimientos sociales fueron fuertemente oprimidos y hubo un esfuerzo y lucha común para la reconquista de la democracia durante aquellos años. En el caso del movimiento feminista, este proceso fue influenciado por el proceso mundial de fortalecimiento del movimiento a través de una actuación en redes, especialmente por la dinámica de las Conferencias Mundiales sobre las Mujeres de las Naciones Unidas (CMM), iniciadas en 1975 con la I Conferencia Mundial sobre las Mujeres (ICMM) hasta la III CMM, en 1985. Este proceso internacional proporcionó a las feministas brasileñas fortalecer sus capacidades para influir en la política nacional, culminando en la inclusión de derechos específicos para las mujeres en la Constitución Federal de 1988.

    La influencia del discurso y de las estructuras del derecho internacional de las mujeres en la promoción y facilitación del avance de la agenda feminista en Brasil fue significativa, hasta el punto de que la literatura feminista señala el año de I Conferencia Mundial sobre las Mujeres (ICMM), en 1975[1], también reconocido como “el Año Internacional de la Mujer” como del nacimiento de la segunda ola del feminismo en Brasil.

    El movimiento feminista brasileño aprovechó la proclamación de la ONU del Año Internacional de la Mujer para impulsar varios debates y seminarios en el país, en medio de la dictadura cívico-militar, y trasladaron el espíritu de México a Brasil. En 1974, el gobierno del general Ernesto Geisel ya había aprobado una apertura política en un proceso lento y gradual. Fue en este contexto que el movimiento feminista en Brasil se fortaleció, en articulación con el movimiento feminista transnacional que se fortalecía globalmente por una actuación en red. Como resultado, tuvieron origen en Brasil grupos de mujeres de distintos perfiles, con diferentes agendas y perspectivas, desde la asociación de mujeres del trabajo doméstico hasta intelectuales, departamentos académicos y grupos de exiliadas recién llegadas de vuelta al país.

    Aunque mucho de la literatura invisibiliza la participación de las mujeres populares como parte del feminismo en este período, cabe destacar que ellas también hicieron parte de este proceso de lucha por derechos de las mujeres y por la democracia. En la ciudad de São Paulo, las mujeres de periferia fueron protagonistas de la organización del “movimiento del costo de vida”. En el contexto del Año Internacional de la Mujer, escribieron una “Carta de las Madres a las Autoridades del país” exigiendo guarderías, un mayor control del costo de vida y mejores salarios. El movimiento creció hasta incluir a sindicatos y otros grupos (TELES, 2018). 

    En medio de la efervescencia feminista y popular de esos años, surgió también el Movimiento de Mujeres por la Amnistía, con Therezinha Zerbini como una de sus principales organizadoras. Therezinha Zerbini fue una de las pocas brasileñas que lograran participar de la I Conferencia Mundial sobre la Mujer en México en 1975 (MACIEL FILHO, 1978)[2]. En el espacio de la Conferencia Mundial, las mujeres brasileñas pidieron por la democracia y la amnistía política de los exiliados. Dado el contexto, el movimiento rápidamente ganó fuerza nacional logrando obtener un encuentro con el presidente brasileño después de su retorno de la Conferencia de forma a presentar sus reivindicaciones (SCHUMAHER, 2006).

    En Río de Janeiro, con el respaldo del Centro de Información de las Naciones Unidas (UNIC-Río), la Asociación Brasileña de Prensa (ABI) y un grupo de feministas organizó, en julio de 1975, la “Semana de Investigación sobre el Papel y el Comportamiento de la Mujer en la Realidad Brasileña”. Este evento, conocido como el “Seminario de la ABI”, se considera un hito histórico y un punto de inflexión en la “segunda ola” del feminismo brasileño, o feminismo moderno en Brasil.[3] Durante el seminario, se abordaron temas como la creación de guarderías, cambios en la legislación que discrimina a las mujeres, incluyendo los capítulos sobre familia, la sociedad conyugal, patria potestad y administración familiar. También se discutieron reformas en la legislación laboral que impedía a las mujeres trabajar en turnos nocturnos y requería el permiso del esposo para trabajar fuera de casa (MELO, 2019b; SCHUMAHER; VARGAS, 1993; TELES, 2018). El gran éxito del evento dio lugar a la creación del Centro Brasileño de Mujeres (CMB), un grupo de discusión feminista con conciencia de raza, clase y género.

    La diversidad de grupos y temas relacionados con el activismo feminista fueron objeto de intensos debates entre los distintos grupos y perspectivas, a menudo con fuertes polarizaciones. Es curioso notar que el feminismo de los años 70 también se asoció con sectores progresistas de la Iglesia Católica, en particular con las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs)[4] y la Teología de la Liberación[5]. Esta relación estuvo ligada a la unión de los sectores progresistas por la democracia en el país. Aunque con sus diferencias, con el tiempo y un amplio debate, a partir de principios de la década de 1980, gran parte de las mujeres comenzó a abrazar la causa feminista. Las integrantes del CMB tenían alineación política con partidos de izquierda y también actuaban en la militancia política a través de los partidos políticos más allá de los encuentros feministas. Poco a poco se fueron uniendo al grupo mujeres de diferentes perfiles, como Benedita da Silva, mujer negra, líder, fundadora del Departamento Femenino de la asociación de Vecinos del morro de Chapéu-Mangueira, que se unió al grupo para intercambiar experiencias y apoyo.

    En 1974, Jacqueline Pitanguy[6], junto con otras mujeres, fundó el Grupo Ceres, uno de los primeros colectivos feministas en Brasil. Este grupo publicó el libro “Espelho de Vênus, identidade social e sexual da mulher”[7], que llevó al público muchos de los debates y conversaciones internas. Con el tiempo, el CMB, CERES y el movimiento feminista en general se fortalecieron. Las abogadas del movimiento establecieron la Orden de las Abogadas Brasileñas (OAB Mujer) y comenzaron a redactar un nuevo proyecto de Código Civil que incluía el nuevo concepto de igualdad entre hombres y mujeres. En 1978, un grupo presentó el proyecto del nuevo Código al Congreso Nacional (MELO, 2019a). También, las economistas empezaron a organizarse para abordar las cuestiones de la mujer en el mercado laboral y del cuidado (MELO, 2019b). 

    Impulsionada por la mobilización internacional, la prensa feminista experimentó una expansión significativa con el proceso de las Conferencias de Mujeres, desde 1975, con la proliferación de periódicos y revistas centrados en temas feministas. Entre ellos se encontraban Jornal Nós Mulheres, fundado en São Paulo en 1976; Jornal Brasil Mulher, que se lanzó en 1975 en Paraná y posteriormente se distribuyó en otras ciudades; y Jornal Mulherio, creado en 1981. Este último contó con el respaldo de investigadores de la Fundación Carlos Chagas de São Paulo y se convirtió en una de las principales revistas feministas de la época. En 1981 también se lanzó el periódico Libertas en Porto Alegre, el Chanacomchana en São Paulo y el Maria Maria en Salvador en 1984 (MELO, 2019a; SCHUMAHER, 2006).

    Con la apertura política y la promulgación de la Ley de Amnistía en Brasil en 1979, muchas mujeres que habían estado en el exilio regresaron al país tras haber tenido contacto con el movimiento feminista en el extranjero. Esto propició que el debate sobre el aborto resurgiera con el apoyo de mujeres que habían estado en Francia. Sin embargo, el tema dividió a las mujeres, ya que existía una alianza tácita entre las feministas y los sectores religiosos para impulsar una agenda democrática en el país, con un acuerdo implícito de no abordar el tema del aborto. No obstante, en enero de 1980, un incidente en una clínica de abortos en Jacarepaguá (Rio de Janeiro), que resultó en la detención de médicos y pacientes, llevó a parte de la CMB a retomar el tema. Esto generó un debate sobre la despenalización del aborto en él país.

    En 1979 se celebró en Fortaleza el I Encuentro Nacional Feminista, que inició un ciclo de encuentros nacionales. Entre 1979 y 1985, se realizaron encuentros feministas en las reuniones anuales de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC). De esta forma, las feministas aprovecharon el espacio académico para organizar intercambios. Es interesante observar lo cerca que estuvo el renacimiento del movimiento feminista moderno del mundo académico. Maria Luiza Heilborn y Bila Sorj (1999) llegan a afirmar que el movimiento feminista nunca tuvo una inspiración tan radical como en Estados Unidos o Europa, sino que surgió con una orientación mucho más moderada, articulada con el discurso dominante en la izquierda y con un grupo significativo de académicos. La relación del feminismo con la academia fue tan estrecha que, según algunas versiones de la historia del feminismo brasileño, el pensamiento feminista se originó primero en la academia y luego en los movimientos sociales (HEILBORN; SORJ, 1999).

    Por tratarse de un período de dictadura y represión, muchas de las expresiones populares del feminismo o de los movimientos de mujeres en Brasil fueron invisibilizadas o no identificadas como feministas, sino como movimientos populares. Además, muchas iniciativas a favor de los derechos de las mujeres no se identificaron como “feministas”, dado que el propio concepto de “feminismo” es problematizado por las mujeres negras, autónomas, populares o de izquierda y sólo será adoptado como tal más tarde. Incluso en el feminismo de la región de la Latinoamérica y el Caribe (LAC), el debate sobre el conflicto entre “feministas” y los movimientos de partidos y populares de mujeres quedará marcado en la historia de los Encuentros Feministas de Latino América y el Caribe (EFLACs).

    En el contexto de la redemocratización, Schuma Schumaher y Virginia Vargas (1993) explican que fue el tema de la autonomía femenina lo que unió a mujeres de diversos grupos y sectores. Las mujeres comprendieron que mientras algunas buscaban autonomía frente a los hombres y el patriarcado, otras la querían respecto a los partidos políticos, que relegaban las cuestiones de género a un segundo plano. Por el contexto histórico de las dictaduras civil-militares de la región, todas deseaban independencia frente al Estado. Así que, los distintos grupos de mujeres comprendieron que la autonomía feminista era un concepto fundamental para avanzar en los derechos y la lucha política.

    Así, en la década de 1980, el proceso de redemocratización del Estado para las mujeres fue marcado por el debate respecto a su autonomía: ¿deberían limitar su participación a la incidencia política – oponerse y ejercer presión externa sobre el Estado – o sería mejor involucrarse políticamente en las actividades gubernamentales? En el caso de optar por la implicación política, había dos caminos posibles: la representación (por las vías del poder legislativo), mediante la asociación con partidos políticos y candidaturas, o la ocupación del aparato estatal (por las vías del poder ejecutivo), mediante la institución de nuevos órganos de la burocracia – como lo serían los Consejos de Derechos de la Mujer.

    Una parte importante del movimiento feminista de los años ochenta optó por la participación política de una forma u otra. Al final, el movimiento acabó institucionalizándose de diferentes maneras y unas reforzaron y fortalecieron a las otras. Así, la década de 1980 se caracterizó por la institucionalización del movimiento feminista en Brasil (PINTO, 2003). El movimiento feminista trabajó por la creación de los Consejos de la Condición de la Mujer, así como por la participación en el trabajo político, con mujeres y feministas acercándose a los partidos políticos y presentándose como candidatas.

    La propuesta de ocupar el Estado fue controvertida dentro del movimiento, generando discusiones sobre sus estrategias, objetivos y su relación con el Estado. Algunos de los grupos feministas se preocuparon por la ocupación del Estado y la política. Según Pitanguy (2004, p. 213), después de un largo período de dictadura, había una comprensión por parte de las activistas de que existía una deuda histórica por parte del Estado, debido a tantos años de autoritarismo, y la necesidad de hacer que el poder de la máquina estatal trabajara a favor de la igualdad de género y la justicia social. Al mismo tiempo, se formaron grupos autónomos, principalmente en torno a los temas de la violencia y la salud.

    El feminismo transnacional fue determinante en este sentido, pues en la ideología marcada en los Planes de Acción adoptados en las tres CMM estuvieran marcados por una visión de los países del bloque soviético y de izquierda, que tenían una visión del papel del Estado fuerte e interventor. Desde el Plan de Acción de México en 1975, resultante de la I CMM, existía la recomendación de crear órganos y estructuras dentro del Estado para tratar los asuntos de la mujer a través del diálogo y la cooperación con las organizaciones de la sociedad civil (NACIONES UNIDAS, 1976, §§. 34-36), que fueron reiteradas en el Plan de Acción de Copenhague, resultante de la II Conferencia Mundial sobre las Mujeres – IICMM (NACIONES UNIDAS, 1980, §§. 52-58). Así, una de las estrategias utilizadas por las brasileñas para ocupar el Estado fue exigir la creación de consejos de gobierno con la participación de la sociedad civil.

    Al mismo tiempo, muchas mujeres y feministas intentaron ocupar la arena política como candidatas. En 1982, hubo elecciones para gobernadores, senadores, diputados federales y estatales, que dividieron parte del movimiento feminista en dos grupos: uno que apoyaba al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) y otro que apoyaba al Partido de los Trabajadores (PT), recién fundado en 1980. Lélia Gonzalez[8] se afilió al PT y, en 1982, se presentó como candidata a un escaño en la Cámara de Diputados Federal, quedando en primer lugar (SCHUMAHER; VITAL, 2000). Así como Benedita da Silva, que fue electa concejala de Río de Janeiro en 1982, articulada con los movimientos de mujeres, negros y comunitarios. Benedita fue la primera concejala del PT, siendo la primera mujer negra en ocupar un asiento en la Cámara de Concejales de la ciudad de Río de Janeiro.

    Un grupo de mujeres comprendía que la proximidad al partido político ofrecía una oportunidad para romper con la impermeabilidad del Estado hacia las mujeres y buscaban el apoyo de sus compañeros para aprobar el Consejo Estatal de la Mujer. Sin embargo, eran conscientes de que muchas veces su fuerza no sería suficiente para ocupar espacios en los órganos de decisión, quedando dependientes y al margen del poder estatal. Además, hubo una fuerte oposición de grupos feministas, especialmente en São Paulo, a la institucionalización del feminismo en el Estado y los partidos.

    Al final, la creación de órganos estatales dentro del poder ejecutivo sólo fue posible gracias a la implicación de mujeres en la política, especialmente las mujeres de la élite en el PMDB, el partido que ganó las elecciones y que, tras muchas presiones feministas, aceptó crear un órgano para promover y supervisar las iniciativas a favor de los derechos de las mujeres. Esta presión fue más fuerte en el PMDB, con la participación de las mujeres que ya hacían parte de un grupo privilegiado. Aunque pertenecían a una élite, el grupo de mujeres vinculadas al PMDB pretendía romper las estructuras patriarcales creando mecanismos para la participación de todas las mujeres. Las feministas tuvieron que crear alianzas con hombres y aliados para impulsar la creación del consejo. En una sociedad marcada por la lógica y la estructura patriarcales, la triangulación de poder entre mujeres de base y mujeres de élite fue (y es) importante para avanzar en la agenda feminista[9].

    A través de su articulación e implicación con el PMDB, especialmente con la sección femenina del PMDB, el Frente Feminista de Mujeres del Estado de São Paulo[10], logró negociar la creación del Consejo de Derechos de la Mujer del Estado de São Paulo[11]. Este grupo de mujeres vinculadas a los partidos marcaría definitivamente el feminismo brasileño. Curioso notar que, en el estado de Río de Janeiro, no fue posible esta articulación aunque el partido vencedor fuera el Partido Democratico Trabajista (PDT), de Leonel Brizola, considerado más progresista. 

    Así, el 4 de abril de 1983 se creó el primer Consejo Estatal de Derechos de la Mujer en el estado de São Paulo, mediante el Decreto nº 20.892. A diferencia del diseño de los Consejos actuales, en los que participan representantes de la sociedad civil y del Estado, los Consejos creados en la década de 1980 funcionaban más como control social. Sólo estaban integrados por representantes de la sociedad civil que actuaban como “fiscales” de los órganos de gobierno, pero no tenían poder de decisión. En cualquier caso, desde su creación, los Consejos han desempeñado un importante papel como intermediarios entre el Estado y el movimiento feminista (SOARES; AMB, 1995).

    Una cuestión importante que se presentó en este debate era respecto al modo de reclutamiento de las mujeres que irían a componer los Consejos. En general, la composición era hecha por indicaciones de los líderes del partido vencedor y no a partir de los movimientos. Las feministas de grupos populares y de izquierda criticaban la inclusión del tema de las mujeres por las vías de las esposas de políticos y tés benéficos, reivindicando que la ocupación del Estado fuera realizada a partir de las bases populares de mujeres y no por las élites. La inclusión de las mujeres se dio, por lo tanto, inicialmente solo para un grupo selecto de mujeres beneficiadas por las estructuras dominantes capitalistas, de la blanquitud y del neocolonialismo

    En su idealización, el Consejo sería suprapartidario y representaría la diversidad de las mujeres brasileñas. En la práctica, estaba ocupado mayoritariamente por mujeres blancas indicadas por el partido vencedor. Este hecho no pasó desapercibido para el movimiento de mujeres negras, que presionó a favor del Consejo de São Paulo. Sin embargo, sólo después de la creación del Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer a nivel nacional, en 1985, las mujeres negras rompieron las estructuras de la blanquitud y participaron en la institución paulista, en la que tuvieron un papel destacado en los años siguientes, como veremos a continuación.

    Desde su creación, el Consejo de São Paulo fue presidido por Eva Alterman Blay[12], que propuso una cuota mínima de mujeres candidatas en las elecciones de 1986, tal como recomendaba el Plan de Acción de Copenhague (II CMM). Tras muchas presiones, consiguieron que 35 escaños fueran ocupados por mujeres y ella acabó siendo designada primera suplente en la candidatura a senadora. Con Fernando Henrique Cardoso a la cabeza de la candidatura y una importante votación en 1992, Eva Blay asumió el cargo de senadora hasta enero de 1995 y luego pasó a formar parte del Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer (SCHUMAHER; VITAL, 2000)[13].

    En la década de 1980, el feminismo comenzó a tomar forma como movimiento en Brasil. En 1980, se realizó en Río de Janeiro el 2º Encuentro Nacional Feminista, que contó con más de 1.500 participantes, entre profesores, estudiantes y activistas feministas, un momento histórico por la significativa participación de mujeres. A partir de 1981, el movimiento feminista comenzó a integrarse más con América Latina y el Caribe, participando del 1º Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC), realizado en Colombia. En 1983, se realizó el 2º Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC), en Bosque, Perú. Con la abertura política, el movimiento de mujeres y feminista brasileñas pasó a tener más posibilidades de participar del diálogo internacional, especialmente en la región de América Latina y el Caribe. En este sentido se destaca la realización del III Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC) en Brasil. Todas las participantes estuvieron muy implicadas en el debate sobre la relación entre feminismo y Estado, que se convirtió en un nuevo tema para las feministas cuando el Estado brasileño pasó a ser un gobierno democrático. Bertioga también fue escenario del una polémica sobre participación de mujeres negras y de movimientos populares en el feminismo por un triste episodio de exclusión de un grupo de mujeres. Esto episodio marcó profundamente las participantes que fortalecerán la discusión del la relación del feminismo con los cuestiones de raza y clase.

    Aunque el movimiento de mujeres negras surgió en medio de la lucha antirracista de los años 70, incluyendo la participación de Lélia Gonzalez en la fundación del Movimiento Negro Unificado (MNU) en 1978, fue a partir de mediados de 1985, especialmente después del III Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC) en Bertioga, que las mujeres negras comenzaron a buscar su protagonismo de forma autónoma en el movimiento feminista. Empezaron a organizarse en redes nacionales y regionales, articulando las dimensiones de género, raza y clase de forma innovadora y poderosa. Así las mujeres negras de Brasil pasan a organizarse y articular un nuevo feminismo brasileño que no se queda ciego a las injusticias de raza, del proceso de exclusión de clase, etnia y de los procesos de colonización de nuestro territorio y de la terrible practica de la esclavitud que perpetuó una lógica neocolonial, racista y sexista de forma imbricada en las Américas.

    En el contexto de la III CMM, realizada en 1985, Sueli Carneiro[14] y Thereza Santos[15] elaboraron diagnósticos y estudios sobre la situación de las mujeres negras en São Paulo para reforzar la necesidad de tratar la cuestión racial y aportar datos y estudios científicos sobre la cuestión en el Brasil. La organización autónoma de las mujeres negras en Brasil propiciaría cada vez más debates sobre las imbricaciones de raza, clase, genero, territorio, discriminación, desigualdad y blanquitud, que marcarían el pensamiento feminista en Brasil.

    Además, un tema que ganó mucho espacio en Brasil en la época de la III CMM fue la cuestión de la salud de las mujeres, especialmente la planificación familiar y el aborto. Al igual que en las Conferencias sobre las Mujeres, el movimiento feminista brasileño buscó alejarse del discurso del control de la natalidad para afirmar los derechos de las mujeres. Sin embargo, este proceso se hizo más delicado en Brasil. Bajo los regímenes militares, había habido una política de esterilización masiva, especialmente de mujeres negras y pobres, que acabó siendo objeto de una Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) en 1992. La CPI denunció y confirmó la existencia, desde los años 1960, de prácticas no oficiales de control de la natalidad financiadas con recursos internacionales, especialmente de organizaciones de Estados Unidos, que eran más frecuentes en las regiones más pobres del país y entre las mujeres negras[16]. Así, entre las clases populares, la cuestión del control de la natalidad se asoció a una práctica abusiva, racista y discriminatoria, generando desconfianza. Por otro lado, para las mujeres de clase media intelectualizada, la planificación familiar era un derecho a ser movilizado y defendido (BRASIL, 1993).

    Después de lograr la creación de consejos de derechos de la mujer a nivel estatal, las feministas brasileñas comenzaron a articular estrategias para presionar por la formación de un organismo similar a nivel nacional, lo que viria a ser el  Consejo Nacional de Derechos de la Mujer (CNDM), creado solo en 1985.

    La creación del CNDM estuvo vinculada al movimiento Diretas Já[17], que comenzó en 1983, cuando un frente unido de todos los grupos de la oposición se formó en torno a una única bandera, creando el Movimento de Mulheres pelas Diretas Já[18]. Con la derrota de la propuesta de elecciones directas y la elección de Tancredo Neves por el Colegio Electoral, el movimiento volvió a dividirse. Una parte, vinculada al PMDB, empezó a preocuparse por formar parte del gobierno y por cómo ocupar los espacios estatales. En este contexto, 40 mujeres del PMDB se reunieron y presentaron a Tancredo Neves, que aún era candidato, la propuesta de crear el Consejo Nacional, obteniendo de él la garantía de que se constituiría. Una vez elegido, Sarney cumplió su promesa (PINTO, 2003). Ruth Escobar fue una de las dirigentes del PMDB que negoció con Tancredo Neves la creación del CNDM. Ella era portuguesa radicada en Brasil, líder del movimiento feminista brasileño, filiada al PMDB, estuvo presente en Nairobi en la III CMM y era miembro del Consejo de Derechos de la Mujer del Estado de São Paulo. Su involucramiento demuestra la relación con el feminismo transnacional y el proceso de las conferencias en el fortalecimiento del movimiento feminista en Brasil. Como se destacó anteriormente, el movimiento de mujeres ya había presionado a los estados federales para que crearan los Consejos, y con las elecciones a nivel nacional, le quedaba presionar al gobierno nacional para que creara el CNDM.

    Así, la organización de tres Conferencias Mundiales sobre la Mujer por las Naciones Unidas fortaleció el movimiento de mujeres y feministas a nivel global, incluido Brasil y su movimiento de mujeres negras, permitiendo la construcción de agendas prioritarias y la promoción de los derechos de las mujeres. A pesar de enfrentar barreras como la falta de voluntad política de los representantes estatales y la distorsión de agendas, el movimiento logró avanzar sus demandas articulándose desde la base. En Brasil, esto se reflejó en la creación del CNDM y la participación en el proceso constituyente con el “Lobby do Batom”. La colaboración en redes transnacionales impulsó estas conferencias, contribuyendo significativamente al movimiento feminista brasileño en su lucha por mejorar la situación de las mujeres y sus demandas en el proceso constituyente, como veremos adelante.

    2. El Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer (CNDM) y la Asamblea Constituyente: puentes entre el Movimiento Feminista y el Estado

    Como destacado anteriormente, las feministas brasileñas presionaron por creación del Consejo Nacional de Derechos de la Mujer (CNDM), que fue instituido por el presidente Sarney en agosto 1985. Esto fue un paso histórico que no solo simbolizó un avance en la representación política de las mujeres, sino que también estableció un precedente para la formulación e implementación de políticas públicas dirigidas a mejorar la situación de las mujeres en todo el país.

    El CNDM fue aprobado criado como estructura dependiente del Ministerio de Justicia, pero con autonomía administrativa garantizada, presupuesto propio y con su Presidenta con rango de Ministra, respondiendo directamente al Presidente de la República, que la nombraba. Tras su creación, hubo intensas negociaciones para garantizar que el Consejo representara al movimiento de mujeres y estuviera ocupado por feministas. Así, el CNDM quedó compuesto por 17 consejeros, nombrados por el Ministro de Justicia (por lo tanto, alineados políticamente), un consejo técnico y una secretaría ejecutiva (PINTO, 2003). Al final, la composición del CNDM respondió a las demandas de los movimientos de mujeres y feministas (SCHUMAHER; VITAL, 2000).

    Ruth Escobar, una figura destacada en el teatro y en el activismo político, fue nombrada como la primera presidenta del CNDM. Este nombramiento reflejaba su compromiso y su papel activo en el movimiento feminista. Diferente del estado de São Paulo, la composición del CNDM fue cuidadosamente considerada para atender a las demandas del movimiento de mujeres y feministas antirracistas de la época. La primera composición del CNDM incluyó liderazgos del movimiento de mujeres y feministas[19] (MELO, 2019b, Aguiar, 2023).

    Hasta la creación del CNDM, el Estado brasileño no contaba con una política pública nacional específica para las mujeres, aparte de algunos programas de salud. Tras su creación, aunque de forma fragmentada, se crearon diversos consejos municipales y estatales, comisarías de la mujer, refugios, guarderías y otros organismos para atender las demandas del movimiento feminista. Además, la creación de Consejos en las entidades federativas contribuyó a impulsar cambios en la legislación local.

    Este consejo se convirtió en un elemento crucial para asegurar que las demandas feministas se integraran en la Constitución de Brasil de 1988, sendo el órgano a través del cual las feministas intervinieron activamente en la redacción de la nueva Constitución, participando en la elaboración de enmiendas populares, presionando a los parlamentarios y tomando parte en el proceso constituyente, como veremos adelante (BERNER, 2018; SCHUMAHER; VITAL, 2000; SOARES, 1995).

    El compromiso feminista con el Derecho está motivado por un anhelo ético de expandir y transformar el discurso jurídico, promoviendo la apertura a la alteridad y el reconocimiento de otras formas de existencia posibles, diversas y plurales. En Brasil, el proceso constituyente puede ser considerado como un caso ejemplar de la participación feminista en la disputa por el derecho, cuando se formó lo que se conoció como el “Lobby do Batom”. Este grupo fue fundamental para impulsar y asegurar la inclusión de derechos específicos para las mujeres en la nueva constitución, demostrando la importancia y la eficacia de la acción directa y organizada de las feministas en los espacios políticos y legales. Este episodio destacó cómo las feministas pudieron influir significativamente en la legislación para avanzar en la equidad de género y los derechos de las mujeres en Brasil. Así, el movimiento buscó incluir su perspectiva feminista en la ley (BERNER, 2018).

    El CNDM fue el órgano de gobierno que actuó como puente entre el movimiento y el Estado. El CNDM reunió a un grupo de mujeres y feministas y construyó colectivamente y con fuerte participación popular una “Carta de las Mujeres a las Constituyentes”[20], que, según Schuma Schumaher (2018), puede considerarse uno de los documentos más importantes elaborados por el feminismo brasileño contemporáneo. Esta carta enumeraba las reivindicaciones de derechos de las mujeres y feministas de todo el país. El documento no se centraba solo en cuestiones específicas de las mujeres, sino que abarcaba una serie de derechos y garantías para toda la población, como la seguridad social, la educación, la participación social, el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales.

    La participación del “Lobby do Batom”, coordinado por el CNDM, garantió una expresiva movilización de la sociedad civil, involucrando a los liderazgos regionales, locales y todo tipo de campaña (PINTO, 2003). Un paso importantísimo para la garantía de los derechos de las mujeres. Se enviaron 122 enmiendas, sumando cerca de 12 millones de firmas.

    Una de las enmiendas más abarcadoras fue la número 20, propuesta por la Red Mujer, de São Paulo; por el Servicio de Información de la Mujer, de Mato Grosso do Sul; y por SOS Corpo, de Pernambuco. Entre otras demandas, la enmienda proponía la denominación “hombres y mujeres, trabajadores y trabajadoras”, en lugar de “hombres y trabajadores”; además, abordaba la salud de la mujer y la igualdad de derechos y deberes en la sociedad conyugal – dejando atrás la expresión de que el marido era el “jefe” de la sociedad conyugal y la mujer su “colaboradora” –; la libertad de planificación familiar; derecho de posesión y de propiedad de tierra para la mujer; asistencia a la mujer víctima de violencia; combate a propagandas de actos discriminatorios contra personas y entidades; entre otros temas. Esta enmienda fue asumida plenamente por las diputadas constituyentes.

    Como se mencionó anteriormente, los términos de las redacciones del Plan de Acción de México, Copenhague y Nairobi ciertamente contribuyeron para que las feministas tuvieran argumentos sólidos, basados y legitimados interna e internacionalmente para traer estos cambios legislativos en lo que respecta a la autonomía de la mujer, responsabilidades compartidas, no discriminación y derechos iguales. Es importante notar que cuando las mujeres y feministas brasileñas participaron en el proceso constituyente de 1986-1987, llevaban consigo los Planes de Acción surgidos de las Conferencias de Mujeres (1975, 1980 y 1985), que documentaron los acuerdos sobre las principales reivindicaciones y demandas del movimiento de mujeres a nivel internacional. Habían ganado experiencia colaborando en red con las compañeras de todo el mundo y de la región. Así, llegaron empoderadas al proceso constituyente, seguras de los derechos que reclamaban. Todos estos factores contribuyeron a fortalecer y mejorar la participación del movimiento en el proceso constituyente, logrando que las feministas aprobaran sus demandas.

    Las feministas lograron, entre otros, que “hombres y mujeres son iguales en derechos y obligaciones ante la Constitución (art. 5º, I); la “licencia por maternidad, sin perjuicio del empleo y del salario con duración prevista de ciento veinte días” (art. 7º, XVIII); la “licencia por paternidad” (art. 7º, XIX); “prohibición de diferencia de salarios, de ejercicio de funciones y de criterio de admisión por motivo de sexo, edad, color o estado civil” (Art. 7º, XXX); el “título de dominio y la concesión de uso serán conferidos al hombre o a la mujer, o a ambos, independientemente del estado civil, en los términos y condiciones previstos en la ley” (art. 189, párrafo único); “los derechos y deberes referentes a la sociedad conyugal son ejercidos por el hombre y la mujer” (art. 226, párrafo 5º); y “fundado en los principios de la dignidad de la persona humana y de la paternidad responsable, la planificación familiar es libre decisión de la pareja, correspondiendo al Estado proporcionar recursos educativos y científicos para el ejercicio de este derecho, prohibida cualquier forma coercitiva por parte de instituciones oficiales o privadas” (art. 226 párrafo 7º) (PINTO, 2003).

    Como se mencionó anteriormente, los términos de las redacciones del Plan de Acción de México, Copenhague y Nairobi ciertamente contribuyeron para que las feministas tuvieran argumentos sólidos, basados y legitimados interna e internacionalmente para traer estos cambios legislativos en lo que respecta a la autonomía de la mujer, responsabilidades compartidas, no discriminación y derechos iguales. Al final, el movimiento feminista tuvo una importante victoria en el proceso Constituyente. A pesar de no existir una bancada feminista ni un congreso simpático al feminismo, las articulaciones y movilizaciones del “Lobby do Batom” hizo que las demandas feministas avanzaran y fueran garantizadas en la Constitución.

    Dos enmiendas que recibieron un expresivo número de firmas, pero no fueron incorporadas a las propuestas de la bancada femenina en la constituyente fueron: la enmienda 19, promovida por entidades populares, sobre jubilación de la mujer ama de casa, que recibió cerca de 123 mil firmas; y la enmienda 65, sobre la legalización del aborto, con 30 mil firmas. La jubilación de la mujer ama de casa se justificaba en función del trabajo doméstico como contribución a la renta familiar. Este era un tema controvertido en el movimiento, pero tenía un gran atractivo popular por proteger a una gran parte de la población pobre desplazada del trabajo. Aun así, no fue incorporada y no consta en la Constitución (PINTO, 2003). Actualmente, las amas de casa de bajos ingresos pueden contribuir al INSS como aseguradas facultativas y jubilarse por el INSS. Además, a pesar de fuerte presiones de los grupos de mujeres, especialmente de figuras como no se reconocieron los derechos de las empleadas domésticas al jubilo. Aun que, por actuación fundamental de figuras como Lenira de Carvalho en la Asamblea Constituyente de 1988, lograran aprobar para las trabajadoras domésticas la conquista del salario mínimo, el derecho a vacaciones, el décimo tercer salario, el preaviso, el descanso semanal y 120 días de licencia por maternidad.

    Hay que destacar que la articulación del Lobby do Batom contribuyó para la promoción de derechos para toda la populación. Como señaló Vanessa Berner:

    Uno de los debates más relevantes por parte de las feministas en el momento de la Asamblea Constituyente fue sobre la posibilidad de incorporar las normas internacionales resultantes de los debates que tuvieron lugar durante la Década de la Mujer, que comenzó en 1975, según una declaración de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Esta movilización a favor del acoplamiento del derecho internacional y del derecho interno estaba en consonancia con las estrategias defendidas por las mujeres en América Latina y fue fundamental para las discusiones que involucraban la cuestión de género (BERNER, 2018, p. 7-8).

    El movimiento feminista, através del “Lobby do Batom” y del CNDM, tuvo una importante victoria en el proceso Constituyente, habiendo conseguido aprobar ochenta y cinco por cien de sus reivindicaciones. Gran parte de su éxito fue posible gracias a la armonía e interacción entre el movimiento de mujeres (el “Lobby do Batom”) y el CNDM (órgano del gobierno para la promoción de los derechos y políticas para las mujeres). Esta relación es un ejemplo exitoso del triángulo del empoderamiento, ya que tanto las feministas autónomas como las parlamentarias y las llamadas “femócratas”[21] actuaron en armonía para conseguir que se aprobaran las demandas de las mujeres brasileñas.

     Así, el CNDM y el movimiento feminista trabajaron en el proceso constituyente como catalizadores de las demandas de todas las mujeres, buscando estimular el debate político en los estados, plantear y acoger las propuestas de enmienda de las mujeres de todo el país y garantizar que estas se integraran en las propuestas de las constituyentes (SCHUMAHER, 2018).

    Para Schumaher (2022), el “Lobby do Batom” marcó la historia del movimiento feminista porque posibilitaron la articulación de los movimientos de mujeres a nivel local, regional e internacional, además de fortalecer el surgimiento de diversas organizaciones de mujeres y feministas en todo el país. Esto permitió que el movimiento de mujeres y feminista se expandiera y fortaleciera.

    Además, el proceso de la Constituyente fue muy importante, un divisor de aguas para el movimiento feminista en Brasil. Como explicó Denise Dora, una parte muy relevante, si no todo el movimiento de mujeres y feministas se involucra en el proceso constituyente de 1988. Además, hasta ese momento, el marco legal brasileño estaba marcado por la desigualdad entre hombres y mujeres. En la Constitución de 1988, por primera vez en la historia, hombres y mujeres son considerados iguales en derechos y obligaciones. Dora relata que fue a partir del proceso constituyente que el movimiento feminista pasó a tener mayor conciencia, por experiencia práctica propia, de la importancia de tener documentos escritos (Aguiar, 2023).

    Con el gobierno Collor, en 1989, el CNDM perdió su autonomía presupuestaria y política, generando una revuelta entre las consejeras feministas, que se dimitieron conjuntamente como protesta. Tras el episodio de la dimisión en masa, el Consejo quedó compuesto solo por consejeras que no tenían tradición en el movimiento feminista. Algunos años después, con la llegada al poder del PSDB, que tenía en su cuadro feministas históricas, el CNDM tampoco consiguió recuperar el espacio que había conquistado en la década de 1980 (MELO, 2019b; PINTO, 2003; PITANGUY; ALVES, 2022; SCHUMAHER; VITAL, 2000). Actualmente, el CNDM está atado al Ministerio de las Mujeres, que cuenta con presupuesto propio.

    El proceso de redemocratización, la promulgación de una nueva constitución ciudadana, la experiencia de éxito y decadencia del CNDM hizo que surgiera el Centro Feminista de Estudios y Asesoría (CFEMEA). Tras la dimisión en masa y el desmantelamiento del CNDM, muchas organizaciones y movimientos pasaron a buscar a las feministas involucradas en el CNDM para seguir los desdoblamientos de las conquistas del “Lobby do Batom” y la necesidad de regulación de los nuevos derechos conquistados. Así, un grupo de mujeres que han presentado su dimisión del CNDM[22] se unieron para crear el CFEMEA y dar continuidad al trabajo iniciado por el Lobby del Batom como movimiento social. El CFEMEA es una de las principales organizaciones de promoción de los derechos de las mujeres del país hasta hoy.

    Si por un lado, la creación del CNDM fue revolucionaria, con su ocupación por representantes feministas en 1985 y su fuerte participación en el proceso Constituyente, por otro, como órgano gubernamental, su fragilidad institucional quedó evidente en el cambio de gobierno, en 1989, con su rápido desmantelamiento y su dificultad en recomponer el poder institucional (PINTO, 2003). Solo con el gobierno del PT y la creación de una Secretaría de Políticas para las Mujeres de la Presidencia de la República, en 2003, se pasó a tener un órgano del gobierno federal con relevancia política y presupuestaria para actuar en el diseño, implementación y monitoreo de políticas públicas y legislaciones relacionadas con las mujeres y género. Y, en 2023, con la creación, por primera vez en la historia, de un Ministerio de las Mujeres, que pone a las mujeres como protagonistas de las políticas públicas y sujetas de derecho, con presupuesto y autonomía administrativa, aunque frágil en relación a los Ministerios más antiguos.

    Conclusiones

    El artículo examina cómo el feminismo transnacional y el las Conferencias Mundiales sobre las Mujeres de la ONU (iniciadas en 1975) han influido significativamente en el fortalecimiento del movimiento feminista en Brasil y su capacidad de actuación para la inclusión de las demandas de las mujeres en la Constitución de 1988.

    El feminismo transnacional y las Conferencias Mundiales sobre las Mujeres proporcionaron marcos ideológicos, estratégicos y instrumentales, por medio de sus Planes de Acción, que las feministas brasileñas utilizaron para legitimar y avanzar sus demandas. Durante el proceso de las Conferencias surgió la segunda ola del feminismo en el Brasil con la proliferación de grupos feministas y debates. La influencia de la organización y de los debates de las mujeres negras de Brasil marcaron los debates y el feminismo brasileño.

    Durante la dictadura cívico-militar (1964-1985) y el proceso de redemocratización, el feminismo brasileño se articuló con el movimiento transnacional, aprovechando la dinámica de las Conferencias Mundiales para impulsar sus capacidades de influencia política. Este proceso culminó en la creación del Consejo Nacional de Derechos de la Mujer (CNDM) en 1985, que desempeñó un papel crucial en la promoción de derechos específicos para las mujeres en la Constitución de 1988.

    La institucionalización del feminismo a través de la creación de los Consejos de Derechos de la Mujer, tanto a nivel estatal como nacional, permitió una mayor integración de las demandas feministas en las políticas públicas. La participación de las mujeres en la arena política, ya sea a través de partidos políticos o mediante la ocupación de cargos en el poder ejecutivo, fue esencial para la inclusión de derechos específicos en la Constitución.

    El “Lobby do Batom” y el CNDM jugaron un papel crucial en el proceso constituyente, asegurando la inclusión de 85% de las demandas feministas en la Constitución de 1988. Este éxito demostró la eficacia de la acción organizada y coordinada del movimiento feminista en los espacios políticos y legales, estableciendo un precedente para futuras luchas por la equidad de género y los derechos de las mujeres en Brasil.

    Finalmente, el proceso de redemocratización y la promulgación de una nueva constitución ciudadana representaron un hito histórico para el movimiento feminista en Brasil. La experiencia de éxito y posterior desmantelamiento del CNDM subraya la importancia de la institucionalización del feminismo y la necesidad de estructuras gubernamentales fuertes y autónomas para la promoción de los derechos de las mujeres. La creación del CFEMEA y, posteriormente, del Ministerio de las Mujeres en 2023, destaca la evolución y la resiliencia del movimiento feminista en su lucha por la igualdad y la justicia social en Brasil.

    Bibliografía

    Aguiar, ALB. (2023). Mulheres Brasileiras no processo da Conferência de Beijing: o direito internacional dos direitos humanos a partir do Sul Global. Rio de Janeiro, 2018-2023 [tesis doctoral inédita]. Universidade Federal do Rio de Janeiro. 

    Barroso, C. (1989). As Mulheres e as Nações Unidas: as linhagens do Plano Mundial de População. Tempo Social, 1(1), 183–197. https://doi.org/10.1590/ts.v1i1.83344

    Berner, V. O. B. (2017). Teorias Feministas: o Direito como Ferramenta de Transformação Social. In P. T. M. Bertolin, D. A. de Andrade, & M. S. Machado (Eds.), Mulher, sociedade e vulnerabilidade (pp. 29–44). Editora Deviant.

    Berner, V. O. B. (2018). Movimentos Feministas e os 30 anos da Constituição Federal Brasileira: do “Lobby do Batom” aos retrocessos. In C. Bolonha, F. C. S. de Oliveira, M. Almeida, & E. P. L. Segundo (Eds.), 30 anos da Constituição de 1988: uma jornada democrática inacabada (pp. 341–360). Fórum.

    Facio, A. (1999). Hacia otra teoria crítica del derecho. In L. Fries & A. Facio (Eds.), Género y Derecho (pp. 15–44). LOM ediciones, La Morada.

    Filho, L. M. (1978). Terezinha Zerbini acredita na concessão imediata da anistia. Manchete, Edição 1374(1), 155. http://memoria.bn.br/docreader/DocReader.aspx?bib=004120&Pesq=%22Dorina%22&pagfis=178719

    Foucault, M. (1988). História da sexualidade I: a vontade de saber. In M. T. da C. Albuquerque & J. A. G. Albuquerque (Trans.), 1999 (13th ed.). Graal.

    Gonzalez, L. (1984). Racismo e sexismo na cultura brasileira. Revista Ciências Sociais Hoje, n.a(n.a), 223–244. https://edisciplinas.usp.br/pluginfile.php/4584956/mod_resource/content/1/06 – GONZALES%2C Lélia – Racismo_e_Sexismo_na_Cultura_Brasileira %281%29.pdf

    Gonzalez, L. (2020). Por um feminismo afro-latino-americano. In F. Rios & M. Lima (Eds.), Por um feminismo afro-latino-americano: ensaios, intervenções e diálogos (Kindle, pp. 188–204). Zahar.

    Heilborn, M. L., & Sorj, B. (1999). Estudos de gênero no Brasil. In S. Miceli (Ed.), O que ler na Ciência Social Brasileira (1970-1995): Vol. II (pp. 183-221/1-28). Editora Sumaré; ANPOCS/CAPES. http://www.clam.org.br/bibliotecadigital/uploads/publicacoes/102_653_EstudosdeGeneronoBrasil1.pdf

    Herrera Flores, J. (2009). A reinvenção dos direitos humanos (C. R. D. Garcia, A. H. G. Suxberger, & J. A. D. Dias (trans.)). Fundação Boiteux.

    Martins, A. P. V. (2019). Institucionalização dos estudos de gênero no Brasil: a contribuição do Núcleo de Estudos de Gênero da Universidade Federal do Paraná para a memória de um desafio. In M. Tamanini, R. Boschilia;, & S. F. Schwendler (Eds.), Teorias e políticas de gênero na contemporaneidade. UFPR.

    Melo, H. P. de. (2019a). Reflexões e vivências sobre a militância feminista na segunda metade do século XX: Rio de Janeiro/Brasil. In M. Tamanini;, R. Boschilia;, & S. F. Schwendler (Eds.), Teorias e políticas de gênero na contemporaneidade (pp. 65–87). UFPR.

    Melo, H. P. de. (2019b). Uma memória das lutas feministas brasileiras: 1976 a 1988. Descentrada, 3(1), e071. https://doi.org/10.24215/25457284e071

    Mulherio. (1985a). Década da Mulher: as brasileiras dizem o que mudou e o que vai ter que mudar. MULHERIO, V(21), 1–24. https://www.fcc.org.br/conteudosespeciais/mulherio/arquivo/V_21_1985menor.pdf

    Mulherio. (1985b). Nairobi: terceiro mundo, segundo sexo, primeira década. MULHERIO, V(22), 1–23. https://www.fcc.org.br/conteudosespeciais/mulherio/arquivo/V_22_1985menor.pdf

    Oliveira, F., Ribeiro, M., & Silva, N. I. (1995). A mulher negra na década: em busca de autonomia. Cadernos Geledés 5, 5(Outono).

    Pinto, C. R. J. (2003). Uma história do feminismo no Brasil. In Editora Fundação Perseu Abramo. Editora Fundação Perseu Abramo.

    Pitanguy, J., & Alves, B. M. (2022). Feminismo no Brasil: memórias de quem fez acontecer. In Bazar do Tempo (Kindle). Bazar do Tempo.

    Quijano, A. (2005). Colonialidade do poder, eurocentrismo e América Latina (E. Lander (ed.); pp. 107–130). CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales= Conselho Latino-americano de Ciências Sociais.

    Schumaher, S. (2006). Quando o passado ilumina o presente. In L. Kaz & N. Loddi (Eds.), Século XX – A Mulher Conquista o Brasil ((Acervo RE). Aprazível Edição.

    Schumaher, S. (2018). Os movimentos feministas ontem e hoje no Brasil: desafios da sua institucionalização.: Vol. manuscrito. NEPEM/UFMG.

    Schumaher, S., & Vargas, E. (1993). Lugar no Governo: álibi ou conquista? Revista Estudos Feministas, 1(2), 348–364. https://doi.org/https://doi.org/10.1590/%25x

    Schumaher, S., & Vital, É. (2000). Dicionário Mulheres do Brasil, de 1500 até a atualidade: biográfico e ilustrado. In M. A. (Schuma) Schumaher & É. Vital (Eds.), Jorge Zahar Editor (2nd ed.). Zahar.

    Segato, R. L. (2003). La argamasa jerárquica: violencia moral, reproducción del mundo y eficacia simbólica del derecho. Série Antropologia, 332. http://dan.unb.br/images/doc/Serie332empdf.pdf

    Soares, V. (1995). O contraditório e ambíguo caminho para Beijing. Estudos Feministas, 3(1 o Semestre), 180–190.

    Teles, M. A. de A. (2018). A Breve história do feminismo no Brasil e outros ensaios (kindle). Alameda Casa Editorial.

    Terra, B. (2021). O Conselho Nacional dos Direitos da Mulher e a Assembléia Nacional Constituinte em 1987 e 1988: a representação política que revolucionou os direitos das mulheres no Brasil. Lex Cult Revista Do CCJF, 5(3), 34–58. https://doi.org/10.30749/2594-8261.v5n3p34-58

    Toscano, M., & Goldenberg, M. (1992). A Revolução das Mulheres: um balanço do feminismo no Brasil. Revan.

    United Nations. (1976). Report of the World Conference of the International Women´s Year. United Nations. https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N76/353/95/PDF/N7635395.pdf?OpenElement

    United Nations. (1980). Report Of the World Conference of the United nations Decade for Women: Equality, Development and Peace – Copenhagen, 14 to 30 July 1980. United Nations Publication.

    Vargas, V., & Wieringa, S. (1998). The Triangle of Empowerment: Processes and Actors in the Making of Public Policy for Women. In G. L. À. Nijeholt, V. Vargas;, & S. Wieringa (Eds.), Women’s Movements and Public Policy in Europe, Latin America, and the Caribbean (Geertje Ly, pp. 21–49). Routledge.

    Wolkmer, A. C. (2019). Pluralismo jurídico: um referencial epistêmico e metodológico na insurgência das teorias críticas no direito. Revista Direito e Práxis, 10(4), 2711–2735. https://doi.org/10.1590/2179-8966/2019/45686


    [1] Por presiones del movimiento feminista, el gobierno brasileño invitó Bertha Lutz a formar parte de la delegación oficial y, a pesar de estar enferma , se empeñó en asistir. Sin embargo, miembros de la delegación oficial del gobierno militar brasileño le impidieron hablar en el evento (BARROSO, 1989). Este fue el último acto público de la histórica feminista brasileña, responsable de la inclusión de la cláusula de igualdad de género en la Carta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

    [2] En conjunto con otras compañeras del movimiento de mujeres por la amnistía, incluyendo Madre Cristina Sodré Dória, Neusa Cunha Melo Franco, Aldenora de Sá Porto, Margarida Naves Fernandes, Yara Salles, Virginia Vasconcelos y Eugênia Cristina Godói de Jesus Zerbini.

    [3] En la organización del seminario, participaran celebradas feministas como Mariska Ribeiro, Branca Moreira Alves, Elice Muneratto, Maria Luiza Heilborn, Maria Helena Darci de Oliveira, Comba Marques Porto, Kátia de Almeida Braga, entre otras.

    [4] Las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) son pequeños grupos organizados en torno a una parroquia urbana o una capilla rural por iniciativa de laicos, sacerdotes u obispos. Estas comunidades inclusivas vinculadas principalmente a la Iglesia católica surgieron en Brasil en la década de 1960 y, alentadas por la Teología de la Liberación, se extendieron principalmente en las décadas de 1970 y 1980 en Brasil y América Latina.

    [5] La Teología de la Liberación fue un movimiento socioeclesial surgido en el seno de la Iglesia Católica en la década de 1960 que, a través de un análisis crítico de la realidad social, pretendía ayudar a la población pobre y oprimida en su lucha por los derechos. Algunos exponentes en Brasil fueron Leonardo Boff, teólogo, escritor, filósofo y profesor universitario, conocido por su defensa de los derechos humanos y de las poblaciones más vulnerables; Frei Betto, fraile dominico, para quien el cristianismo debe unirse al marxismo para dar frutos en el ámbito social; y Dom Helder Câmara, arzobispo de Recife y Olinda.

    [6] Jacqueline Pitanguy es socióloga. Fue Presidenta del Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer de 1986 a 1989, y una de las figuras más destacadas en la inclusión de los derechos de la mujer en la Constitución brasileña. Fue profesora en la PUC-Río y en la Universidad de Rutgers (EEUU). Fundó la ONG Cepia, de la que es coordinadora ejecutiva.

    [7] En español “Espejo de Venus, identidad social y sexual de la mujer”.

    [8] Lélia González fue una intelectual, autora, activista, docente, filósofa y antropóloga brasileña. Es referente en estudios y debates sobre género, raza y clase en Brasil, América Latina y el mundo, siendo considerada una de las principales autoras del feminismo negro en el país.

    [9] En este caso, por utilizar un ejemplo de un debate muy actual, es interesante pensar en el papel de las primeras damas y esposas de políticos que consiguen utilizar su influencia y poder político para crear programas, iniciativas y organismos a favor de los derechos de las mujeres.

    [10] Participaron del Frente de Mujeres Feministas del Estado de São Paulo Ruth Escobar, Eva Blay, Irene Cardoso, Anésia Pacheco Chaves, Maria Carneiro da Cunha, Carmen Barroso, Fúlvia Rosemberg, Sílvia Pimentel, Heleieth Saffioti, Cristina Bruschini, Elza Berquó, Inês Castilhos, Maria Morais, Zulaiê Cobra, Ruth Cardoso, Marta Suplicy, Leilah Assunção y Zuleika Alambert.

    [11] Del mismo modo, las feministas consiguieron negociar la creación del Consejo en Minas Gerais, donde el PMDB también salió victorioso. Sin embargo, en Río de Janeiro, a pesar de la victoria de Leonel Brizola, del PDT, las feministas no consiguieron impulsar la creación de un órgano específico (SCHUMAHER; VITAL, 2000).

    [12] Socióloga y directora del Departamento de Sociología de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (USP) entre 1988 y 1991. Era miembro del PMDB y participó activamente en la creación de la Sección Femenina de su partido.

    [13] El 24 de agosto de 1983, también se estableció el Consejo Estatal de Derechos de la Mujer en el Estado de Minas Gerais, Brasil.

    [14] Sueli Carneiro es filósofa, escritora y activista antirracismo en el movimiento negro brasileño. Sueli Carneiro es la fundadora y actual directora de Geledés – Instituto da Mulher Negra, y considerada una de las principales autoras del feminismo negro en Brasil.

    [15] Thereza Santos, (1930-2012) fue una escritora, actriz, dramaturga, docente y activista brasileña por los derechos de mujeres y hombres y del Movimiento Negro en Brasil, durante más de 50 años. Era miembro del Partido Comunista Brasileño. Durante la dictadura cívico-militar brasileña se exilió en África, donde participó activamente en el movimiento de liberación de Guinea-Bissau y Angola, habiendo colaborado en proyectos de desarrollo cultural y alfabetización en esos países.

    [16] Para más detalles sobre este tema, sugerimos el artículo:  Direitos Humanos e a esterilização de mulheres no Brasil: o controle reprodutivo sobre os corpos femininos; Septiembre 2020; Joice Graciele Nielsson, in: Revista de Gênero Sexualidade e Direito 06(01):140; DOI: 10.26668/2525-9849/Index_Law_Journals/2020.v6i1.6619

    [17] Elecciones Directas Ya

    [18] Movimiento de Mujeres por las Elecciones Directas Ya

    [19] Señalamos la participación de Ruth Escobar, Presidenta; Ana Montenegro, Benedita da Silva, Carmem Barroso, Hildete Pereira de Melo, Jacqueline Pitanguy, Lélia Gonzalez, Maria Conceição Tavares, Maria Elvira Salles Ferreira, Marina Bandeira, Marina Colassanti, Nair Goular, Nair Guedes, Rose Marie Muraro, Ruth Cardoso, Sonia Germano, Tizuko Yamasaki y consejeras suplentes Margarida Genevois, Maria Betânia Melo Ávila y Maria Lucia Pisolante. En su estructura y cuerpo técnico, contó con: Schuma Schumaher, Maria Valéria Juno Pena, Ana Alice Alcântara, Vera Soares, Celina Albano, Suely Carneiro, Edna Roland, Maria Luiza Heilborn, Comba Marques Porto, entre otras

    [20] Disponible en: https://www2.camara.leg.br/atividade-legislativa/legislacao/Constituicoes_Brasileiras/constituicao-cidada/a-constituinte-e-as-mulheres/arquivos/Constituinte%201987-1988-Carta%20das%20Mulheres%20aos%20Constituintes.pdf

    [21] El concepto de “femócratas” puede ser compreendido como burócratas feministas, o feministas que han asumido cargos en el gobierno para defender la agenda feminista (NIJEHOLT; VARGAS; WIERINGA, 1998).

    [22] Gilda Cabral (administradora de empresas), Guacira Cesar de Oliveira (socióloga), Iáris Ramalho Cortês (abogada), Malô Ligocki y Marlene Libardoni (economistas).

    Categoria: Produções Contemporâneas - Comentários: Comentários desativados em Movimientos feministas brasileños:  de la acción internacional a la Asamblea Constituyente brasileña de 1986-1987